UN POST PARA QUIENES SE VINCULAN CON PERSONAS QUE PADECEN CELOS
Cuando acompañamos a personas que padecen celos, vamos a estar en presencia de personas que probablemente padecen mucho dolor, mucha angustia. Por un lado es muy valioso poder tener empatía para con esa situación dolorosa que atraviesa o atraviesan la o las demás personas. De esta manera podemos tener cuidados particulares, ya que podemos registrar que es una situación o un estado de mucha vulnerabilidad y malestar para esa persona. Pero necesitamos tener especial atención para que esa empatía no se “pase de la raya”, y termine siendo un responsabilizarnos por algo que no nos corresponde.
Muchas son las personas que acuden a este espacio con
testimonios tales como: “me duele mucho verlx así, hago todo lo que puedo, todo
lo que me pide, pero la situación no mejora”. Sucede que, en esos casos, estamos
errando el foco, corriendo los roles y las responsabilizaciones. Nadie tiene
que hacer todo lo que otra persona le pide, ya que los pedidos tienen un
caráctere de opcionalidad, no de exigencia. Además las causas de los celos no
son lo mismo que los disparadores. Un vínculos puede generar disparadores de
celos, pero el foco debe estar puesto en las multicausas que los generan. Es
mucho más complejo mirarnos que hacer cargo a les otres por lo que sentimos.
Siempre poner afuera es más simple, pero bien notamos que no sólo vamos a estar
responsabilizando a alguien por un proceso que es propio sino que además no
estaremos haciendo mayores avances en nuestro proceso psico-emocional.
¿Por qué sucede que la empatía se pasa de la raya, dejando
ya de ser empatía propiamente dicha y pasando a ser un corrimiento de roles y
responsabilidades? Por un lado los celos sostenidos en el tiempo son muy
desgastantes. Por ende, por una cuestión de hartazgo, muchas veces preferimos
dejar de hacer o de decir ciertas cosas para evitarnos el desgaste que implica
atravesar nuevamente situaciones de celos. El spoiler es que por más que
dejemos de hacer o de decir determinadas cosas, los celos no van a desaparecer
ya que eso que dejamos de hacer no es la causa de los celos sino un disparador.
El trabajo con los celos es con la propia historia de vida, con la matriz
social que habitamos y bastante más profundo que responsabilizar a les demás.
Por otro lado existe también una cuestión de sensibilidad: cuando vemos a otra
persona que sufre de forma tan extrema, nos pueden surgir ganas de ahorrarle
ese malestar. Lo que sucede es que no somos nosotres les que podemos cancelar
ese malestar ni nos corresponde achicar nuestra experiencia de vida en pos de
la comodidad de la otra persona. Por eso es que digo que estos mecanismos, sea
por hartazgo o por sensibilización, no son empatía sino cansancio y corrimiento
del foco del problema.
Ahora, ¿podemos hacer concesiones o acuerdos para
situaciones puntuales? Sí, siempre y cuando sean realmente situaciones
puntuales. Estas pueden surgir en base a un vínculo específico o a un momento
de extremo desequilibrio. Por eso es que es muy importante tener un diálogo
activo que nos brinde flexibilidad en nuestros acuerdos. Es nutritivo pensarnos
en red, somos seres interdependientes y necesitamos de los lazos sociales para
poder regularnos. Pero los pedidos tienen un límite o deberían tenerlo. Sumado
a esto, es nuestra tarea empezar a fomentar una mayor horizontalidad en nuestros
vínculos, para que no sea una sola persona la que cargue con nuestras
incomodidades.
Las personas que acompañan a personas que padecen celos tienen
una enorme tarea en cuanto a validar sus propias necesidades y en cuanto a
poner límites. Muchas veces las personas que padecen celos suelen caer en la
salida fácil de la manipulación. Esto no tiene que ver con el amor, con la
bondad ni con la maldad (ya les escribiré largo y tendido sobre esto); son
mecanismos que utilizamos para acortar distancias, formas de atajos que pueden
ser muy dañinas además de inservibles para nuestro fin, que es poder hacer un
trabajo interno de hormiga para poder ir determinando de dónde surgen y por qué
se mantienen los celos. También es una forma de delegar algo que no es delegable.
Por eso es muy importante que pongamos especial atención a lo que realmente
podemos y queremos ceder y a lo que definitivamente no. Para eso necesitamos
tener bien en claro cuál es nuestro rol y por ende nuestras responsabilidades. Siempre
que querramos y podamos nuestro rol es el de acompañar. Acompañar puede ser más
o menos lo siguiente: escuchar cómo se siente la otra persona, sin hacernos
responsables por ese sentir ya que no somos la causa del mismo, sino que somos
un disparador; ofrecer una palabra de amorosidad o un gesto de cariño, como
pueden ser el hecho de nombrar “entiendo el dolor que estás pasando y siento
mucho que sea así”, “esta situación no quita todo el amor que yo siento por
vos” o bien ofrecer caricias, abrazos, siestas cucharitas, paseos en la
naturaleza o cualquier actividad que sea regulatoria para la persona que está
padeciendo los celos.
¿Puede ser que lleguemos a un punto de hartazgo en el cual
no querramos volver a hablar sobre una determinada situación que ya fue
aclarada? Sí, es válido y es necesario que respetemos ese límite. Las personas
que padecen celos suelen tener pensamientos obsesivos, lo cual implica que, por
más que hablen y aclaren una determinada situación, tenderán a volver a
enmarañarse en sus propios pensamientos, las inseguridades se despertarán
nuevamente y una vez más querrán hablar sobre el tema. Está bien si tenemos la
disponibilidad y las ganas de hablar de ese tema en varias oportunidades, pero
también está bien si ya no queremos. Esto es acompañar: ofrecer lo que podemos
sin dañarnos a nosotres mismes por sostener a les otres. Acompañar no es dar
incondicionalmente. Acompañar no es dejarnos de lado para intentar solucionar
la vida emocional de otres. Acompañar es practicar la empatía sin tomar
responsabilidades que no nos corresponden. Acompañar es poder decir “ya no
quiero ni puedo hablar de nuevo de este tema, por favor buscá a alguien más”.
Acompañar a otres también implica que aprendamos a acompañarnos a nosotres
mismes, y esto significa que no tenemos por qué ceder ante todos los pedidos,
sobre todo porque los pedidos no debieran operar como exigencias. No somos
mejores personas por “darlo todo”, de hecho es probable que el “dar todo” nos
deje vacíes. Damos lo que podemos, pero sobre todo damos lo que queremos.
Todos los derechos reservados para Julieta Mor.
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