POST DETECCIÓN DE LAS VIOLENCIAS: LA DIFICULTAD PARA VALIDAR LAS EMOCIONES.
El camino de detección de las violencias (ya sea que estemos
en el lado que las acciona o en el lado que las padece, o en ambos lados al
mismo tiempo) es un proceso que tiene distintos momentos, caracterizados cada
uno por una mayor cercanía a la sensibilidad propia de cada persona. Porque lo
que genera la violencia, son corazas defensivas: cubrimos lo más tierno para
que no sea lastimado. Entonces, este proceso, de forma muy teórica y resumida,
va de ir desarmando las corazas defensivas, a la vez que aprendemos a nombrar y
poner límites de forma constructiva para nuestra integridad y gozo.
Uno de los
síntomas que deja la violencia (nuevamente nombro: sea principalmente la
padezcamos o que principalmente la accionemos) es la dificultad para validar
las emociones. Nuestros procesos de crianza están plagados de mecanismos que
facilitan esta posterior dificultad. Frases como: no llores, no pasó nada,
arriba, no exageres, otres la pasan peor, cambiá la cara, no te podés enojar
por eso, no grites, calmate, cerrá la boca, etc., son todos ejemplos de
invalidación emocional. Estoy nombrando violencias emocionales y psicológicas,
pero también puede que se den a través de violencia física. Estos mecanismos
nos impiden darle a nuestras emociones el valor real que tienen. Y darles valor
es MUY importante para poder conocer cuáles son nuestros límites, y de esta
manera aprender sobre auto-cuidado. Si puedo saber qué me duele y cuánto, qué
me enfada y cuánto, qué me frustra y cuánto, etc. Entonces también puedo saber
a qué me quiero exponer y a qué no. Todas las vivencias son singulares, al
igual que la sensibilidad de cada persona, y están en estrecha relación con los
traumas que hayamos atravesados. Por esto, decirle a alguien que exagera con
determinada reacción, es pasar por encima de su historia personal, y en
realidad, habla de la poca capacidad propia para sostener la situación intensa
que estamos atravesando. Cuando invalido, muchas veces lo que está sucediendo
es que yo no estoy pudiendo con la sensibilidad de le otre.
Bien sabemos que
no existe un “exagerómetro” que nos de la pauta de cuánto está bien y cuánto es
mucho. Las personas que padecen/padecieron o que accionan/accionaron
violencias, atraviesan mucho miedo en relación a sus emociones y la expresión
de las mismas. En gran medida porque la forma de socialización que habitamos es
invalidante. Esto se ve en las normas homogénicas de la hegemonía: se nos
fuerza a adaptarnos a un mismo parámetro, y quien quede por fuera de esa norma,
deberá ser corregido por medio de las frases invalidantes que nombré
previamente, y otros tipos de manipulación más severas.
Por eso, si te
suelen surgir estas frases, un buen ejercicio es que te fijes cómo te vinculás
vos con tus propias emociones: ¿les das espacio, las nombrás? ¿te juzgás por lo
que sentís? ¿comparás tus reacciones con la norma de lo que es y no es
exagerado para la sociedad? ¿cómo se vincularos tus figuras de crianza con tus
emociones? Lo que depositamos en el afuera, nos habla de lo que vivenciamos
dentro.
Con amor, Juli.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarUna vez más, gracias Juli. Estoy pasando por un momento complicado y leer esto me dió fuerzas. Un abrazo enorme.
ResponderBorrarGran abrazo querida Guada
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