LEALTAD - PERTENENCIA - EXPRESIÓN

 La familia de origen ranquea segunda en la pirámide jerárquica de organización de las relaciones. La primera es la pareja (hetero-cis-blanca-flaca). Algo que caracteriza a las familias de origen es su funcionamiento como clan, en donde la lealtad al grupo es su valor fundamental. Siempre se hace mención a lo incondicional de la familia. En este punto, la construcción de familia y de patria, se parecen mucho. La obligatoriedad de pertenencia a un grupo genera o bien una adaptación forzada para cuadrar con los requisitos necesarios para permanecer, o bien la exclusión. En la forma clanera de las familias de origen no hay espacio para la diversidad, los cambios, el disenso, así como tampoco se da lugar, a nivel imaginario, a querer dejar las prácticas y tradiciones que la familia trae, o a relacionarnos sólo con algunas de las personas que conforman la familia de origen. En tal caso, si las familias de origen fuesen un refugio tierno y potenciador, bien podríamos decir que no sería tan profundo el problema. Pero justamente sucede que estos espacios de crianza no suelen ser los espacios más amenos, y de hecho pueden estar plagados de violencias. Violencias que recrudecen en ciertas situaciones particulares, en donde la identidad y la sexualidad, no son lo que la familia aprueba.

Retomo entonces el tema de la incondicionalidad: paradójicamente significa que la familia te acepta y te ama sin peros, cuando bien podemos notar que lo que es incondicional es la obligatoriedad de pertenencia y permanencia. Es decir, no es que nos vayan a aceptar sin condiciones, sino que no podemos objetar nada que rompa el clan. Lo que es incondicional es la obligación.

En este marco, la expresión de lo diferente (en cuanto a ideas, formas de vida, límites, necesidades, gustos, preferencias, identidad) se hace bastante inviable, ya que ese disenso identitario, puede costar la exclusión y la pérdida del sostén familiar, situación que en muchos casos puede costar incluso la vida. Se complejiza aún más la situación, ya que socialmente tenemos totalmente enquistada la idea de que tenemos que sostener las relaciones familiares, a pesar de toda violencia, de toda incomodidad. Cualquier similitud con la construcción de la lógica monogámica-parejocentrista no es pura coincidencia.

Hoy no tengo ningún cierre, ningún remate, sólo invito a que pensemos cuáles son esas ideas que creemos tan propias, y que finalmente podemos descubrir que nos vinieron dadas.


Este y todos los textos presentes en este blog son de mi autoría.

Con amor,

Juli.

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