CELOS EN AMISTADES

 Las más de las veces, cuando hablamos sobre celos, tendemos a pensar en los vínculos de pareja o sexo-afectivos. Pero también existen celos en otras clases de vínculos. El tema de hoy es celos entre amistades. Consultando en historias, la mayoría de las personas dijo que le costaba más expresar este malestar en este tipo de vínculos y que de hecho también les dolía más que cuando les sucedía en un vínculo de pareja/sexo-afectivo. ¿Por qué esto podría llegar a ser así? Dentro del discurso del amor romántico, los celos están considerados como un componente inherente al vínculo de pareja/sexo-afectivo y hasta se llegan a tomar como sinónimo de interés ("te cela porque te quiere"). Bien sabemos que los celos no son una expresión de aprecio por otra persona, sino un síntoma defensivo que surje por miedo al abandono, por la necesidad de control y por la obligatoriedad de la exclusividad en este tipo de vínculos. No son buenos ni son malos, pero sí es necesario que prestemos especial cuidado a la forma en que los elaboramos y los comunicamos, siempre recordando que les otres pueden acompañarnos si es que quieren, pero no resolverlos.

Ahora, dentro de lo que se espera de las amistades es que sean vínculos simples, livianos, en donde podamos refugiarnos cuando tenemos conflictos en otros aspectos de nuestra vida. Son el espacio al que se recurre tanto para la dispersión como para la puesta en común de algún dolor. Como los celos están tan naturalizados en los vínculos de pareja/sexo-afectivo, pretendemos que no sean un componente dentro de las amistades, ya que esto sería sumar un conflicto a un vínculo que pretendemos que sea liviano y simple. Tal vez más de una vez hayamos escuchado o dicho algo como "no soy tu novix", cuando alguna amistad nos expresaba sentir celos, dando a entender que ese malestar es válido sólo en los vínculos de pareja/sexo-afectivos. Pero, ¿qué pasa cuando sí suceden en una amistad? Siempre hago hincapié en que todas las emociones que surgen nos hablan de nuestras necesidades y nuestros límites. Cuando las amistades tienen un rol fundamental en nuestra red afectiva, no es extraño que aparezca el miedo a perder esos vínculos, sea porque nos dejen de querer, porque nos "reemplacen" con otra persona o porque empiecen a pasar más tiempo en otras actividades. En cualquier caso, todo remite a la sensación de que "hicimos algo mal" y por eso se nos quita el cariño o la atención, a la vez que aparece la creencia implícita de que se nos debe atención exclusiva. Si bien parte de construir madurez implica aceptar, a veces dolor mediante, que las demás personas no pueden ni deben estar disponibles al 100% para nosotres y que el cariño puede encausarse hacia distintas personas/actividades sin que eso nos quite valor, también es interesante empezar a pensar por qué insistimos en ocultar las incomodidades y vulnerabilidades, en vez de ponerlas en común para poder compartirlas. Al ser seres complejxs, habitamos distintas emociones, y estas mismas se reflejan en los vínculos que generamos. Por ende es poco realista pretender que un vínculo siempre esté  "en las buenas". Los conflictos entre amistades, los pedidos de atención, los dolores y enojos también existen, y poder llevarlos a la palabra es una forma de conocerse y profundizar el vínculo. Entonces, cuando surgen celos entre amistades, como un registro propio podemos preguntarnos: ¿qué me comunica esta emoción? ¿siento miedo a la pérdida? ¿tengo la necesidad de tener más tiempo de calidad con esa persona? ¿reconozco que son un reflejo de algún dolor pero igualmente necesito comunicarlo para que me traten con más cariño? Complejizar las amistades es una buena manera de ir desarmando el parejocentrismo.

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