EL PUNITIVISMO ES UNA ESTRUCTURA DE PENSAMIENTO QUE INVADE TODAS NUESTRAS VINCULACIONES
Cuando hablamos de punitivismo tendemos a pensar en el sistema judicial-penal y en el sistema carcelario. Es una perspectiva en la cual se cree firmemente que los conflictos que generan daños deben ser castigados como forma de “justicia” (en otro momento hablaré sobre este término y sus complicaciones). Explícitamente se cree en el castigo como forma de corrección, de adoctrinamiento. Pero lo punitivo no queda sólo en la esfera de lo jurídico-penal-carcelario sino que se extiende como una forma de pensamiento que invade todas nuestras vinculaciones.
El punitivimo
como forma de pensamiento tiene su base en el pensamiento binario, que nos
empuja a pensar en dos polos antagónicos (antagónicos significa opuestos) como
la única forma posible de razonamiento. Esta es la forma de pensamiento que
sostiene la hegemonía. Podemos pensar en el binarismo de género hombre/mujer,
en el binarismo víctima/victimarie o en el de buena persona/mala persona.
Cuando hablamos de polos binarios antagónicos, está implicado que se puede
pertenecer a uno u otro polo, pero nunca a los dos al mismo tiempo, y tampoco a
alguna opción diferente a los polos planteados. Además, el pensamiento binario
es estático y simplista, es lo más cómodo para nuestra mente. ¿Por qué? Porque
nos crea la falsa idea de que sólo tenemos dos opciones para elegir, y que, de
elegir una opción somos automáticamente contrarixs a la opción opuesta. Esto
genera que no podamos repreguntar ni profundizar en cuestiones que lo ameritan,
sobre todo cuando hablamos de vinculaciones humanas, que están intervenidas por
múltiples problemáticas, que son además móviles, cambiantes y complejas. El
pensamiento binario nos lleva a construir identidades estancas, soluciones
simplistas y crea enemigos donde podría haber debates.
Ahora, ¿por qué
digo que el punitivismo se basa en el pensamiento binario? Porque justamente el
castigo va a ser la solución simplista al hecho de que hayamos encarnado el
polo que “necesita adoctrinamiento” para el pensamiento punitivo. De esta
manera no se tienen en cuenta otras formas de abordar los daños, ni se enmarcan
las situaciones o conductas en un contexto que, lejos de justificar, nos pueda
dar pistas de lo que está sucediendo y por ende podamos construir un abanico de
posibilidades para abordar esa situación problemática.
La segunda
pregunta sería, ¿cómo es que el pensamiento punitivo invade todas nuestras
vinculaciones? Basta pensar en nuestros ámbitos de crianza primarios, nuestras
instituciones educativas y nuestras vinculaciones afectivas para notar que el
punitivismo es la forma que hemos construido y aprendido para lidiar con el
conflicto. En realidad, para lidiar con lo que catalogamos como un error. Por
ejemplo, en las crianzas que hemos atravesado, con altísimos grados de
adultocentrismo y las nefastas consecuencias que esa mirada acarrea, el castigo
frente a una conducta que está catalogada como errónea para quienes crían
aparece como una forma peligrosamente naturalizada de corrección. Valdría
preguntarnos si en las infancias hay realmente algo a corregir, o si más bien
las correcciones se desprenden de la forma adultocéntrica en la que
comprendemos a las infancias.
En las
instituciones educativas, de forma más o menos clara, también se manejan
métodos punitivos como guía principal para la corrección de la conducta. Lo que
es preocupante es caer en la cuenta de que el castigo se toma como el medio
necesario para un aprendizaje. ¿Se puede aprender algo desde la culpa, el
aislamiento, el señalamiento y la humillación? O mejor expresado, ¿se aprende
algo cuando el motor de ese aprendizaje es el castigo o es sólo una adaptación,
en el mal sentido, para evitar un sufrimiento? Podríamos decir entonces que el
aprendizaje mediante el punitivismo es una forma de manipulación, conducta que
actualmente está bajo una lupa inmensa pues sabemos que es una violencia en sí
misma, que tiene la potencia de oradar la firmeza identitaria y la confianza en
sí misma de una persona.
Para tomar una
postura política anti-punitivista a nivel micro y macro, es necesario que
registremos nuestro cotidiano: ¿en qué situaciones me encuentro en una falsa
encrucijada binaria? ¿puedo pensar en accionares que se corran del binarismo, y
por ende del punitivismo? ¿cuánto le dedico a pensar abordajes a conflictos que
no se basen ni desemboquen en binarismos ya impuestos? Gran parte de repensar
nuestras vinculaciones humanas radica en construir formas de abordaje de
conflictos que se den en contexto, que abonen nuestra autonomía, y requieren el
gran desafío de decidirnos a no pertenecer a los polos binarios que falsamente
se nos ofrecen como la única salida posible.
Todos los derechos reservados para Julieta Mor.
Agradezco infinito y te banco a morir. Si algun día quierespuedes visitar este lado oeste de la cordillera, me avisas y armamos un círculo educativo sobre estos temas taaaan necesarios pa la supervivencia en tiempos de fachismo. Genia💜🥺
ResponderBorrarMuchas gracias Javier! Una alegría inmensa que me leas y por la invitación. Abrazo.
BorrarHola Juli agradezco tanto haberte encontrado, entiendo ahora el porqué queria proteger a mis hijes de la enseñanza clasica punitivista y binaria. Suerte que lo hago porque al ser las infancias tan vulneradas por este tipo de maltrato adultocéntrico las escuelas se convierten en lugares donde se maltrata el ser emocional y se reparte conocimiento estandar sin empatia por el sentipensar de les niñes.
ResponderBorrarAbrazo de un buscador de nuevas formas de paternar. Maty.