VIOLENCIA DEFENSIVA Y VIGILANCIA DE TONO – PARTE II
La violencia defensiva tiene una relación muy directa con la vigilancia de tono. ¿Han escuchado la frase “quien se enoja/grita pierde”? Esto significa que todo intercambio verbal debe mantener un tono de voz calmo, sea la situación que sea. Es decir que se nos obliga a esconder la emocionalidad que una situación puede generarnos, por más que se nos está vulnerando o violentando de alguna forma. Desde esta perspectiva sólo son válidos los intercambios verbales en donde nuestro tono de voz y nuestro lenguaje corporal sea calmo, neutral; luego, si la situación nos despertara un tono más elevado, mayor gesticulación o llanto, estaríamos invalidades por la persona a la que estamos enfrentando, que es además quien, por su posición de poder, ejerció algún tipo de abuso, ofensa, maltrato, etc. Entonces, no sólo no tenemos legitimada la violencia defensiva sino que también sumamos la vigilancia de tono.
¿Es simple
mantener un tono de voz y una forma corporal neutra cuando alguien está
vulnerándonos de alguna forma, aprovechando su posición de poder? ¿Es menos
válida nuestra defensa, nuestro límite, nuestro reclamo, por vernos tomades por
la emocionalidad que el destrato pueden generarnos? ¿O será que la vigilancia
de tono es parte inseparable del ejercicio del poder? Llegamos, entonces, a una
doble vertiente de la opresión: una primera situación en donde alguien que tiene
más poder que une, utiliza esa posición para
vulnerarnos/destratarnos/violentarnos y una segunda situación en donde nuestra
defensa se invalida por la forma en la que nos expresamos. Qué buen juego se
montó el poder, ¿no?
Hago una
breve definición de lo que es la vigilancia de tono antes de seguir: refiere a
la invalidación de un argumento defensivo, previo maltrato, abuso o violencia,
cuando éste se realiza elevando el tono de voz, gesticulando o llorando debido
a la alta carga emotiva que esa situación tiene para quien recibió el maltrato,
abuso o violencia en primera instancia. ¿Qué mensaje esconde la vigilancia de
tono? Que es más importante la forma en que nos defendemos, que el abuso de
poder previamente ejercido. En ese sentido se utiliza un mecanismo clásico de
invalidación: cambiar el foco, victimizando a quien ejerce el daño y lavando su
responsabilidad dentro del conflicto. Es muy simple mantener la calma cuando no
se es quien está recibiendo el daño. Y creer que esa neutralidad es superior a
la emocionalidad de quien está siendo violentade, no es ni más ni menos que
otra forma de seguir ejerciendo poder de forma abusiva.
La sociedad
en la que vivimos, capitalista, productivista, robótica, tiene una lógica de
control que resulta aberrante. Y esa lógica de control también se extiende a
nuestra faceta más sensible, que es la del dolor y el enojo, y la expresividad
que de allí nazcan. Tener como herramienta la violencia defensiva es
perfectamente válido. Y expresarnos de forma enérgica por el dolor que nos
puede generar una situación que nos ofende, nos vulnera o nos destrata, también
es perfectamente válido, y mucho más orgánico que presionarnos por mantenernos
neutrales cuando nuestra psique y nuestro cuerpo tienen una clara necesidad de
expresarse de forma eruptiva. Esto no nos hace “personas violentas” ni nos
convierte en “malas personas”. Recordemos siempre que la culpa es uno de los
mayores mecanismos de dominación por parte de la hegemonía. Validar nuestro
dolor, nuestro enojo y las formas de expresión que de allí se desprendan, es una
forma de afirmarnos en el mundo.
Todos los derechos reservados para Julieta Mor.
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